Escribir... Una forma de entretenerse como cualuier otra, ¿no te parece?

Shakespeare69 (Primera Parte)

Shakesperare69... (I)

Hacía varios meses que escribía su novela. No se lo había dicho a nadie y guardaba celosamente todos los archivos de texto en una carpeta encriptada en el disco duro del ordenador. Era consciente de que su pareja nunca se atrevería a invadir su intimidad pero, en el fondo, se quedaba mucho más tranquila sabiendo que nadie más tenía acceso a todo lo que estaba creando. Una noche se despertó sobresaltada. Se sentó sobre la cama sin poder recordar qué es lo que la había devuelto a la realidad de ese modo. Intentó calmarse pensando que tal vez habría soñado algo no demasiado agradable. Fue hasta la cocina y se calentó un poco de leche. Poco después se sentó en el salón delante de su ordenador y lo encendió. Estaba demasiado cansada para escribir pero no lo suficiente como para volver de nuevo a la cama. Fue entonces cuando le pasó por la mente la idea de conectarse a internet.
Mar se había jurado hacía ya tres años no volver a pisar un chat de internet en la vida. La sucesión de malas experiencias junto a la adicción al chateo que desarrolló durante mucho tiempo sumió su vida en un auténtico caos. Tras muchos altibajos generados en gran medida por las horas que se pasaba conversando frente a la pantalla del ordenador, perdió a su pareja de entonces y estuvo a punto de perder lo que más le gustaba. Su trabajo. Precisamente, cuando los responsables de la editorial en la que trabajaba la convocaron a una reunión urgente tuvo una mínima idea de lo que estaba sucediendo en su vida. Por fortuna y, a pesar de las horas que desperdiciaba en el chat, su trabajo era bueno, muy bueno. La editorial sabía que sería difícil encontrar a una persona con esa capacidad crítica y olfato para los buenos textos, así que, decidieron concederle una segunda oportunidad, eso sí, alejada de todo aquello que la indujera a volver a las andadas.
- ¿ Por qué no?- Pensó. - Los malos tiempos ya pasaron. Ahora mi vida tiene un nuevo sentido y, por entrar unos minutos a ver lo que se cuece por aquí tampoco me va a pasar nada.-
Pulsó la opción "entrar" y esa ventana que tanto había conocido en otros tiempos se abrió ante ella. Para la ocasión se limitó a buscar canales relacionados con el mundo de la cultura y del conocimiento. En otros tiempos eran frecuentes sus visitas a canales de sexo y pornografía pero, como se acaba de decirse a ella misma, eso ya estaba superado. Al final optó por un canal de corte literario. Después del saludo de rigor, un escueto buenas noches, se quedó absorta en la conversación que se estaba produciendo en ese momento. Dos personas debatían sobre El Quijote y, como suele pasar con los grandes temas culturales, cada uno defendía una postura totalmente opuesta e irreconciliable con la del otro. Aún sabiendo que no se pondrían de acuerdo y que el diálogo probablemente acabaría en el enfrentamiento personal, siguió leyendo sin participar en la conversación. Tras varios minutos de crudo debate llegaron los insultos y con ellos, la crispación general y el desmadre. Justo en el mismo instante en el que Mar se estaba planteando apagar el ordenador, un ser llamado Shakespeare69 empezó a dar su opinión sobre un best seller que la editorial en la que Mar trabajaba acababa de publicar.
Era consciente de que no podía decir lo que realmente pensaba y sabía sobre el libro en cuestión porque, si algo había aprendido de su anterior experiencia en el chat, es que se debe hablar lo menos posible de la vida privada de cada uno. Así se evitan males mayores en el futuro. Así, tratando de ser lo más cautelosa posible, Mar contradijo en varias cuestiones al tipo que terminaba de poner a parir una obra que a ella no le había parecido tan mala cuando tuvo que leerla y corregirla para la editorial. Obviamente el libro, que trataba sobre la vida de un judío en Nueva York que escribía guiones de cine, no pretendía ser obra de referencia de la literatura universal pero, cumplía un importante objetivo que no era otro que el de entretener.
Tras varios minutos de intensa conversación, otras personas se sumaron al debate. Mar perdió la noción del tiempo y se sumergió por completo en la defensa o la crítica de los temas que de conversación que se fueron sucediendo. Obviamente, de las conversaciones en el canal, se fueron derivando otras de carácter más privado aunque sin mayor trascendencia. Casi sin querer se había fijado en el nick con el que acababa de tener tan acalorado e interesante debate. Se preguntó quién sería y dónde trabajaba. Por supuesto no pensaba iniciar una conversación privada con él. Estaba convencida que la magia de este primer instante, la grata sorpresa de haber encontrado a alguien inteligente en el chat después de tantos años, se desvanecería tras las preguntas personales de rigor.
Se levantó de la silla y fue a la cocina a servirse otra taza de café. De regreso al comedor, un parpadeo en la pantalla del ordenador la sorprendió. Pinchó con el ratón sobre la luz naranja y leyó: "shakespeare69 desea hablar con usted". Una sonrisa a medio camino entre la diversión y el triunfo se dibujó en su rostro. Después de dejar pasar un par de minutos, decidió responder:
- Yo no tengo nada que decir aquí que no pueda hacerlo en el general del canal- Pulsó la tecla de envío y esperó respuesta pero, para su sorpresa, no apareció ninguna línea nueva en la pantalla. Continúo su conversación en el chat con otras tres personas pero se le iba la mirada hacia la ventana en la que estaba pendiente una conversación. Pasó un minuto, dos, tres... Nada. Mar pensó que tal vez había sido demasiado dura en su respuesta o, tal vez, el rey de la literatura se había tomado en serio aquello de que ella sólo hablaba en el general del chat. Repasó la lista de usuarios para cerciorarse de que el tipo seguía conectado. Buscó la letra "S" y, efectivamente, el señor shakesperare seguía conectado o, al menos, eso parecía. Iba a esperar un poco más pero, justo en ese momento miró el reloj. ¡¡Las seis de la mañana!! ¿Llevaba cuatro horas en el chat? Eso era imposible. Se levantó y entró en silencio en el dormitorio donde dormía su pareja. Consultó el despertador electrónico. Efectivamente, esa era la hora exacta. Salió del dormitorio y, sin llegar a sentarse tecleó en la ventana del chat: "Ha sido una noche interesante. Ahora debo irme". Varios usuarios se despidieron de ella cordialmente. En el mismo momento en el que iba a cerrar la conexión, la ventana correspondiente a shakespeare se iluminó. Con un rápido movimiento de ratón Mar pulsó sobre ella y leyó: "Seguro que la conversación puede ser aún más interesante si no lo proponemos. Que seas feliz". Mar estaba escribiendo la respuesta cuando oyó el despertador. No había tiempo. Apagó el ordenador y corrió a la ducha.

CONTINUNARÁ...