Escribir... Una forma de entretenerse como cualuier otra, ¿no te parece?

El centro de planchado




Mi kelly (más conocida como "La Ke Limpia") hace casi un mes que está de vacaciones. Se ha marchado a Colombia a ver a su familia dejándome absolutamente desamparada y abandonada a mi suerte. Antes de su partida, la buena mujer me dejó la casa limpísima (vamos podíamos comer en el suelo de cualquiera de los cinco dormitorios) y los armarios con la ropa perfectamente organizada, doblada y, lo más importante, planchada.
Durante las últimas semanas en casa hemos seguido haciendo nuestra vida normal, es decir, como si la kelly siguiera viniendo a diario. Pero esta mañana, un grito desesperado me ha sacado del cuento en el que vivía. Al abrir la puerta del armario del dormitorio he descubierto con horror que ¡no había absolutamente nada planchado en su interior! He corrido al armario del vestidor y la situación aún era más caótica y lamentable.
He regresado a la habitación, me he metido en la cama y me he tapado con el nórdico hasta la cabeza. He cerrado los ojos, he respirado hondo y me he repetido hasta la saciedad: "Es solo un sueño. Esto no está ocurriendo. En cualquier momento vas a despertar". Me he vuelto a poner en pie, he repetido el recorrido pero esta vez se ha escapado de mi garganta un grito desesperado. Tanto que la vecina de arriba me ha llamado al móvil para asegurarse de que no me estaban asesinando.
Aún si creerme del todo lo que me estaba sucediendo me he dedicado a pellizcarme en diversas partes de mi cuerpo hasta comprobar que no sólo me dolía sino que iba a lucir unos morados espectaculares durante los próximos días.
He entrado a la cocina, me he preparado un te, me he sentado en una silla y me he dicho: "Mireia piensa.... piensaaa"
Pensamientos que he tenido:
1. Alguien me está gastando una broma y se ha llevado toda mi ropa (bueno la mía, la de mi marido y la de mi hijo)
2. No puede ser que me hayan robado la ropa porque no he salido de casa y aquí no ha entrado nadie.
3. Tengo el vago recuerdo de haberme peleado con la lavadora hace unas semanas
4. Recuerdo así muy borroso que también tuve que llamar a una casa de electrodomésticos para que me explicaran los conceptos básicos de la secadora.
5. Mmm.. Ahora que lo pienso. Creo haber doblado prendas y haberlas depositado en el cuarto de la plancha.
6. ¡Exacto! Ahí está mi ropa.

Muy eufórica me he salido del a cocina y he cruzado toda la casa hasta llegar al dichoso cuarto de la plancha. He abierto la puerta y la desolación absoluta se ha presentado ante mí. Aquello se parecía más a Beirut en los 80 que a una habitación digna de llamarse así. He cerrado la puerta y me he quedado frente a ella (supongo que esperando a que el desastre se evaporara). La he vuelto a abrir pero no...¡¡Los montones de ropa seguían ahí!!.
Desconsolada he llamado a Yentl (es decir mi madre) quien me ha respondido muy en su línea: "Idiota y qué pensabas. ¿Que se iba a planchar sola?". Ante este tono de voz no he sido capaz de replicar y mucho menos explicarle a mi progenitora que no es que no me acuerde de planchar sino que de lo que no tenía la más mínima idea era de cómo funcionaba el centro de planchado que mi kelly me hizo comprar hace unos meses.
En un intento desesperado he estado a punto de vestirme con la ropa de verano. Esa sí que estaba perfectamente doblada y guardada. Pero claro una cosa es que yo esté loca y quiera ponerme manga corta cuando fuera la temperatura no supera los cinco grados y otra muy distinta es que pretenda someter a una criatura de un año a esa tortura.
En un acto de lucidez se me ha ocurrido llamar a mi marido para ver si él había salido en manga corta o había sido tan afortunado que todavía conservaba una prenda de invierno sin arrugas. La respuesta ha sido espectacular: "He abierto el armario. He visto que no tenía ropa. Me he puesto la camisa que llevaba ayer. Hace media hora me he ido a Sprinfield y me he comprado otra". (Otro día comentaré el efecto que ha provocado en mi escuchar el nombre de esa franquicia).
No creais que no se me ha pasado por la mente hacer lo mismo que mi medio y salir a buscar algo que ponerme. Sin embargo me ha invadido un amor propio absurdo y extraño que me ha llevado a sacar las instrucciones del centro de planchado y ver cómo diablos funcionaba el aparato en cuestión. La verdad es que 20 minutos después seguía sin enterarme de nada. Sólo me ha quedado claro el concepto de agua en el calderín y pulsar tecla roja.

Proceso de Planchado

Primero: Enciendo tele. Pongo dibujos animados. Meto a niño en el parque. Le doy una galleta.

Segundo: Saco la tabla de planchar. Intento abrirla. No puedo. Lo vuelvo a intentar. No se abre. Me cago en su familia y le doy una patada. Misteriosamente mi pie toca una palanca y la tabla cede.

Tercero: Pongo agua en la plancha. La enchufo. Veo tecla roja. Aprieto. Bien... parece que funciona.

Cuarto: Empiezo a navegar entre pilas y pilas de ropa. En un arranque de amor propio selecciono diez prendas.

Quinto: Elijo un modelito para el niño y empiezo a darle con la plancha. Todo bien. Las arrugas desaparecen.

Sexto: Cojo unos vaqueros para mí e intento plancharlos. Error. Los tejanos tienen vida propia y los camales se me empiezan a escurrir por los laterales de la tabla. Maldigo y reniego. Los pantalones no obedecen. En un acto práctico plancho solo la parte de arriba. Total... ¿quién me va a mirar las piernas?

Séptimo: Tengo lo sudores de la muerte pero aún me quedan 7 prendas. Heroicamente cojo una blusa y me pongo manos a la obra. Patético. Realmente patético. Si plancho el cuello por un lado se me arruga por el otro. Si plancho el derecho de las mangas se me arruga por el otro lado. Si aplico vapor en la espalda, los botones se me quedan hechos un moco. La blusa se desplaza por la tabla sin piedad. Después de 20 minutos persiguiendo a la prenda con el vapor deja de estar arrugada. Cierto. Ahora parece un moco.

Octavo: Hace dos horas que estoy en esta habitación y solo he conseguido medio desarrugar tres prendas y media. Admítelo. Lo tuyo no es esto. Mi orgullo me lleva a intentarlo con un jersey pero enseguida mi cerebro me ha obligado a soltar la plancha.

Noveno: He metido la mano en uno de los montones de ropa. He sacado un jersey (arrugado, si). Me he puesto los vaqueros a los que parecía que les hubiera pasado un trailer. He arreglado al niño. He vuelto al cuarto de la plancha y he cogido al toro por los cuernos.

Décimo: He metido los kilos de ropa en bolsas. He colgado esas bolsas rollo "sin hogar" en las asas de carro de mi hijo y me he plantado en la puerta de la tintorería más con pinta de haber robado las prendas que de ser su dueña. En cualquier caso una amable chica se ha brindado a tener mi ropa lista para mañana al mismo tiempo que me ha aconsejado: "Debería contratar a alguien para este trabajo".

2 Responses so far.

  1. Anónimo says:

    Patético.

  2. mireias32 says:

    Ciertamente...