Escribir... Una forma de entretenerse como cualuier otra, ¿no te parece?

Hace un tiempo (no mucho malpensados) me dio por probar nuevas experiencias en el terreno sexual. Después de comentar el tema con el ser que comparte vida con mi persona (un depravado de mucho cuidado y al que adoro) decidimos dar rienda suelta a lo que pasaba por mi siniestra, perversa y siempre creativa mente.
La primera de las opciones que consideré fue la de practicar sexo con otra mujer (¡Alabado sea el Señor!). Así es que nos pusimos manos a la obra. En aquellos días (bonita frase bíblica por cierto) nuestro círculo de amistades, que por supuesto hemos cambiado, no era el más adecuado ni para este tipo de proposiciones ni mucho menos para las prácticas. Teniendo en cuenta que residíamos casi en el tercer mundo (Creedme. Hay ciudades en la costa de este país absolutamente espeluznantes) las posibilidades de encontrar lo que buscábamos eran mínimas por no decir inexistentes.
Por fortuna, Internet ya existía en aquellos tiempos (disculpadme pero por alguna extraña razón hoy me persigue la Biblia) y optamos por realizar la búsqueda en un Chat que solíamos frecuentar. Después de varias horas (muchísimas en realidad) encontramos a una mujer sin complejos, malos rollos mentales y dispuesta a satisfacer mi/ nuestra curiosidad.
Como suele pasar en estos casos primero hubo sexo telefónico que, por cierto, funcionó de maravilla y después de unas semanas pasamos a la "cruda" realidad y al riguroso directo. Quedamos con ella (llamémosla Chari) una tarde de sábado. Nos parecía mejor quedar a tomar un café primero y ver cómo iban las cosas antes de entrar en materia. La verdad es que la cosa fue genial. Chari era una mujer muy extrovertida y con las ideas muy claras con respecto al sexo. Desde el primer momento en que nos vimos hubo muy buen rollo entre nosotras. Esto nos permitió pasar del café a las cervezas, de ahí a la cena, las copas, el baile, el tonteo y, of course, ¡¡la cama!!.
La verdad es que yo pensé que las cosas iban a ir de otro modo pero después de ir a casa a tomar la última copa (¡Adoro esta mentira!) tuve que ir urgentemente al baño. Cuando salí (no tardé más de dos minutos, lo juro) ya había empezado el festival en el dormitorio. Me quedé observando la escena y decidí unirme a la diversión.
El tonteo previo fue estupendo (prometo contar más tarde los detalles escabrosos en un post en el blog de LadyBourbon ) el calentamiento posterior fue espectacular y poco a poco la ropa empezó a desaparecer de nuestros cuerpos. Yo estaba extasiada pero debo confesar que NO estaba preparada para lo que iba a suceder a continuación.
Allí estaba yo absolutamente ensimismada, metida en harina y con la lengua en la mismísima campanilla de Chari cuando se me pasó por la cabeza que esa parte de mi persona, o sea la lengua, pasara a explorar otras zonas del pequeño cuerpo de aquella mujer. Sin pensármelo dos veces di rienda suelta a mis deseos. Mi boca pasó por su cuello, sus pechos, sus pezones, su ombligo, sus ingles.
Justo en el mismo instante en el que empezaba a comprender expresiones como "extrasensorial" o "de la ostia" mi boca fue atacada por un ente peludo para el que, ni por el forro, estaba yo preparada. Durante unos segundos pensé que tal vez, en mi pasión desmedida, me había desviado del cuerpo de aquella mujer y estaba lamiendo la manta de rasilán de la cama. Palpé levemente la zona con las manos y me cercioré de que eso NO estaba sucediendo. Efectivamente NO me estaba comiendo la manta. ¡Genial!. Feliz como una perdiz al comprobar que no me había equivocado de ruta proseguí con mi frenética actividad. La felicidad duró solo unos segundos. El tiempo que mi mente tardó en hacer la siguiente pregunta: Si no me estoy comiendo la manta y sigo teniendo esta cosa peluda en la lengua... ¿Dónde coño se supone que he metido la boca?
Para mi desgracia tuve a bien abrir los ojos (que por supuesto había mantenido cerrados casi todo el tiempo para disfrutar la intensidad del momento). El panorama que se descubría ante mis pupilas, a escasos centímetros de ellas para ser exactos, fue espeluznante. A pesar del tiempo que ha transcurrido aún no he logrado encontrar las palabras exactas para describir aquello. Intentaré hacerlo ahora con toda la finura de la que sea capaz................................................................................................................
Lo siento. No puedo.

1. Tenía delante de mi cara el coño más peludo que había visto en mi vida. ¡Por dios! Mira que he contemplado mujeres desnudas (en el colegio, en la playa, en el gimnasio...) pero aquel Alien y yo no nos habíamos encontrado jamás.
2. Cuando tuve conciencia de dónde estaba metida, mi cerebro gritó: ¡Sal de ahí cagando leches! y eso fue precisamente lo que hice o, al menos, lo intenté.
3. Aunque ella, o sea Chari, estaba en pleno momento de éxtasis debió de intuir mi huida porque justo en el instante en el que yo decidí sacar mi boca de allí, ella me cogió la cabeza con una fuerza sobrehumana impidiéndome la escapada.
4. Viéndome atrapada en semejante situación pensé aquello de... "Pongo a Dios por testigo que No voy a morir esta noche y menos asfixiada en un parrús" por lo que consideré que mi única escapatoria era darle un mordisco a la susodicha para ver si así me soltaba de una vez.
5. En un puro acto de supervivencia (¡¡lo juro!!) abrí la boca para darle el bocado de la muerte a aquella señora. Cuando iba a cometer aquel sublime acto algo tiró de mi impidiéndome cerrar la boca y acabar con aquello.
6. ¡Joder se me han enredado los pelos del chirri de esta tía en el piercing que llevo en la barbilla! ¡Joder, joder, joder!. ¡Voy a morir!
7. Angustiada y aterrorizada porque el Alien aquel parecía hacerse más grande cada vez empecé a aceptar la cruda realidad. Aquello terminaría si yo lograba que aquella mujer alcanzara el éxtasis pero claro, para ello, debía volver a poner mi lengua... en fin ya os hacéis una idea.
8. Totalmente entregada a la causa iba a ponerme manos a la obra cuando la salvación apareció ante mi persona en forma de frase tipo: " Tira con fuerza la cabeza hacia atrás. Lo peor que puede pasar es que pierdas el piercing"
9 Dicho y hecho. Entre aquellos matojos encontré el aire suficiente para respirar hondo y tirar con toda la fuerza de la que fui capaz.
10. Uno, dos, tres... ¡Rasssssssssssssssss! Al mismo tiempo que yo apartaba mi cara de aquel ente maligno, Chari había decidido soltarme la cabeza. Gracias a la fuerza que yo había sacado Dios sabe de dónde salí despedida hacia el otro lado de la cama de manera que, obviamente, fui a parar al suelo no sin antes golpearme en la cabeza con la puerta del armario.
Después todo fue negro. Al despertarme vi la cara descompuesta de mi marido y, por supuesto la de Chari.
- Menos mal... Ya despierta. ¿Estás bien?- preguntó el ser que vive conmigo con una pregunta en el rostro tipo (qué ha pasado)
- Eh...- fue todo lo que pude decir. Tenía los labios hinchados si, como si me los hubiera anestesiado.
- Pobrecita. Qué susto nos has dado- dijo Chari
"¿Susto yo, cabrona? ¡Susto tu coño selvático sin depilar!" pensé sin atreverme a decir nada por miedo a que se me cayera la lengua a trozos al intentar hablar.
- ¿Seguro que estás bien?- Volvió a preguntar mi señor esposo mientras me incorporaba.
- Siehhh....- susurré
- Bueno ya ha pasado todo. No sabes cómo nos las hemos tenido que ver para despertarte- afirmó Chari con rostro preocupado.
- Sí- sentenció Señor Esposo.- Aunque aún nos queda la peor parte- dijo al mismo tiempo que no podía evitar empezar a morirse de risa
- ¿Qué parte?- murmuré temiéndome lo peor
- ¡Sacarte esa mata de pelos que se te ha quedado enredada en el piercing!- gritaron los dos al unísono entre carcajadas....


Nota: El texto no lleva foto por motivos obvios (imagen demasiado grande)
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Acabo de encontrar un interesante resumen sobre una de las obras más emblemáticas de Skakespeare: " Romeo y Julieta se conocieron en una sala de chat, pero su relación terminó trágicamente cuando a Julieta se le cayó la red"

¡Espectacular!
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Hoy quiero compartir con todas aquellas personas que se dedican a la escritura la siguiente reflexión que acabo de encontrar en la web de Juan José Millás

"... conviene sacarse punta cada mañana, pese al espanto de ver cómo se agota uno. Lo complicado de sacarse punta es saber cuánto te tienes que afilar para escribir lo suficientemente claro sin romperte antes de que hayas acabado la novela o la vida..."
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Nota: Los hechos que se narran a continuación son verídicos. Sucedieron el 14 de marzo de 2002. Fueron explicados meses más tarde por su protagonista y han pasado a ser parte de este blog por aclamación popular.


En ocasiones la pereza te puede llevar a situaciones impensables. La siguiente historia es producto de un ataque de "vagancia suprema"...

A las seis y cuarto, como cada día, sonó el despertador. La persona que comparte cama conmigo apagó la máquina infernal, giró el cuerpo y me dio el tradicional beso de buenos días que yo siempre recibo entre gruñidos y ronquidos varios. (Sinceramente, a esas horas, no tengo el coño pa farolillos). Al escuchar sus idas y venidas mientras se vestía me di cuenta de que me meaba toda pero, como cada mañana, decidí apretar las piernas, "arrebujarme" bajo el nórdico y aguantar un poco más.
A las ocho y media, como cada mañana, un tremendo dolor de barriga me despertó (síntoma indiscutible de que o bien iba al baño o podía explotar allí mismo). Me levanté de un salto y corrí hacia el aseo. Como cada mañana, me dejé caer de golpe sobre la taza del váter y me reñí por ser tan rematadamente vaga y aguantar hasta esos extremos. Satisfecha la necesidad urgente que me había llevado hasta allí, como cada mañana me levanté del váter.... ¡¡¡Pues noooooo!!
En el mismo instante en el que mi trasero se despegaba de la porcelana en la que había estado reposando se escuchó un crujido, una especie de "crackkkk". A continuación un dolor indescriptible se apoderó de mi zona lumbar (comúnmente denominada "los riñones"). Sobresaltada por lo que acababa de sucederme intenté volver a la posición de origen (Recordemos: Sentada sobre la taza del váter) pero, al intentar mover el primero de los músculos el dolor volvió a sacudirme. "Bien", pensé, "si no puedes ir hacia abajo tal vez puedas ir hacia arriba". Intenté hacer la operación anterior pero esta vez tratando de ponerme erguida. ¡¡Ni de coña!!. Aún no había empezado a moverme un intenso pinchazo me recordó que no era en absoluto inteligente seguir adelante con esa idea.
Así es que ahí estaba yo que no podía ir ni para arriba ni para abajo. Bueno, tal vez pudiera ir hacia adelante. Levanté el pie derecho y sí, caminé pero el tremendo aullido que salió de mi garganta me hizo caer en la cuenta de que aquella tampoco era una buena idea. Mientras permanecía en una postura absolutamente digna de Chiquito de la Calzada cuando grita eso de "Al ataquerrr.." trataba de encontrar el modo de salir de allí y pedir ayuda. A estas alturas ya tenía claro que sola no iba a poder lograrlo.
Eché un vistazo rápido por el cuarto de baño en busca de un sistema para poder andar que no me produjera demasiado dolor. Una de las putadas de los baños modernos y precisamente la ausencia de esta clase de elementos. Traté de alcanzar una banqueta de diseño monísima que tengo en un rincón pero nada de nada. No me había movido ni diez centímetros cuando el dolor se hizo más intenso. Debido a la postura en la que me encontraba (encorvada como una vieja) tenía el campo de visión bastante limitado. En este, ese o aquel (es decir entre lloros, quejidos, lamentos y maldiciones) mis ojos fueron a parar a la fantástica cortina de diseño que estaba colocada en la ducha y que rozaba con los dedos de mi mano izquierda. En unos segundos tracé un plan que consistía nada más y nada menos que en apoyar mis manos en la cortina e ir desplazándome hasta la puerta para poder llegar hasta el teléfono.
Puse la mano izquierda en la cortina y a continuación me giré lentamente (tardé media hora en hacer ese simple gesto) y coloqué también la mano derecha. Ahí estaba yo reptando rollo caracol a velocidad de crucero de dos metros/hora. Estaba absolutamente fascinada con mi capacidad para resolver conflictos cuando escuché un "clinck" sobre mi cabeza al que siguieron uno... dos.. tres... cuatro... hasta diez clincks. A continuación vino el drama.
Mientras reptaba por la cortina ideal y monísima adornada con unos estupendos peces de colores no caí en la cuenta de que aquello estaba diseñado para evitar que el agua de la ducha salpicara el suelo, no para aguantar el peso de una tía de un metro setenta de altura. Así es que al tiempo que yo avanzaba por la espectacular tela, la cortina se iba desenganchando de la barra hasta que al final incluso el fino cilindro de aluminio blanco acabó por despegarse de la pared.
En el mismo instante en el que presentí que me iba a caer al suelo y que no podía hacer nada por remediarlo (nada que no me produjera un dolor espantoso, por supuesto) apliqué la máxima del motorista: "Si ves un agujero en la calzada sigue recto, no trates de esquivarlo). Así es que me dejé llevar. Segundos después y, por supuesto, doscientos cuarenta aullidos más tarde, me encontré estirada en el suelo del baño muy glamourosa eso sí, envuelta por cientos de peces de colores.
Mi instinto de supervivencia me llevó a pedir socorro. Diez minutos más tarde y totalmente afónica caí en la cuenta de que, debido a la construcción de mi humilde morada, nadie iba a oirme. Pero yo no iba a morir aquel día no y menos... ¡En aquel cuarto de baño!. Tras meditar mucho mis opciones escogí la que consideré menos dolorosa y más práctica (aunque humillante). A modo de soldado en maniobras de prácticas traté de reptar por el suelo haciendo que fueran mis brazos y mis codos los que transportaran todo el peso de mi cuerpo. Aquello sin duda dolía. No voy a mentir diciendo que los riñones no me estaban matando. Pero la opción de permanecer rodeada por aquel gresite y esos peces de colores un minuto más estaba acabando conmigo.
Reptando cual babosa moribunda logré alcanzar mi objetivo (tres horas después)... el teléfono del salón. Marqué el número como pude y pedí auxilio. Luego todo se hizo negro... Cuando volvió la luz estaba en la cama con un interesante gotero de corticoides y analgésico jurando que iba a poner una mampara en la ducha y, lo más importante... que jamás volvería a mear estando sola en casa.
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Acabo de ser agredida por una lata de "Callos a la madrileña". He abierto el armario en el que SIEMPRE guardamos las infusiones y los paquetes de café instantáneo a la caza y captura de una bolsita de Earl Grey cuando, salida de la nada, una lata se ha abalanzado sobre mí con la misma furia con la que los de la televenta te cuelgan el teléfono cuando les dices por vez 1.907 que NO te interesa el producto que pretenden endosarte.
En los últimos tiempos tengo un poco complejo de "La pupas" ya que todo me pasa a mí y claro, con el citado objeto metálico, la cosa no iba a ser distinta. He comprobado en mis carnes eso que reza la Ley de Murphy (La tostada siempre cae por el lado de la mantequilla). Pues bien... La lata de callos a la madrileña siempre cae sobre el pie en el que no llevas zapatilla aunque tengas una cocina de 200 metros cuadrados. No importa la postura, ni la fuerza con la que hayas abierto el citado armario, ni si quiera depende de tratar de entender por qué la jodida lata está en un armario en el que JAMAS debería haber estado. Sea como sea no te libras del Murphy este y obtienes como resultado una inflamación en el pie izquierdo de tres pares de narices.
En el mismo instante en el que un dolor más que intenso ha recorrido mi cuerpo he empezado a acordarme de todos los santos, vírgenes y, por supuesto, de mi marido (ser a quien atribuyo la presencia de los putos callos en ese armario y que en vez de reposar en posición horizontal, cosa lógica tratándose de una lata en forma de círculo , había sido depositada ahí a lo loco en posición vertical y lista para atacar en cualquier momento...).
He intentado apoyar el pie en el suelo pero ha sido misión imposible. Por segundos el pie ha empezado a adquirir un preocupante tono sonrosado que más tarde ha dado paso a un alarmante tono morado. Como no había forma humana de salir caminando de la cocina he decidido lo más práctico (al menos en teoría).. Salir a la pata coja. Claro que eso hubiera sido lo inteligente en el caso de ser yo una persona normal y no alguien cuyo menisco derecho está destrozado a causa de una lesión deportiva. Al segundo salto que he dado dejando caer el peso de mi cuerpo sobre la rodilla derecha la caída ha sido descomunal. El hueso en cuestión ha dicho que trabajara Rita así es que mi metro setenta de persona ha terminado estirado en el suelo de la cocina (Tranquilos que he caído con mucha dignidad). Como no sabía si reírme o llorar he optado por lo primero. Después de varios minutos muerta de risa en el suelo he intentado incorporarme con escaso éxito porque cada vez que lograba poner en orden la mitad de mi cuerpo me daba la risa y volvía a caerme. Total que ahí estaba yo a las nueve y media de la mañana jugando a ser Coco el de Barrio Sésamo experimentado la diferencia entre "arribaaaaaa", "abbaaajooooo". Tras media hora de hacer el capullo de esta forma el tema ya no me ha parecido nada divertido así es que he intentado volver a ponerme de pie. Al final lo he conseguido (obvio detallar el momento en el que me he tenido que enganchar a la puerta del frigorífico y a la bandeja del microondas para salir del apuro... Mejor no preguntéis).
En ese momento sublime en el que estaba erguida toda yo ha sonado el móvil que estaba encima de la mesa. Era una amiga que me llamaba para ponerme al día del fin de semana que ha pasado follando (porque lo que me ha explicado no es solo sexo). Como ha notado algo extraño en el tono de mi voz ha preguntado qué sucedía. Después de narrarle la peripecia ha dicho una frase sobre la que todavía estoy reflexionando: "Mireia por Dios siempre pensé que morirías con más glamour. No sé, algo así como asfixiada por toneladas de Caviar Iraní pero NO con que lo ibas a hacer en el suelo de una cocina por culpa de una lata de Callos a la madrileña".
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He recibido el siguiente mail de una amiga:

Anoche salí con mis amigas a una "reunión". Yo le dije a mi marido que regresaría a casa a las 12 en punto.
-"Te lo prometo", le dije. Pero la "reunión" estuvo muy bien, copitas, bailecito, más copitas... y se me fue la hora. Resulta que llegué a casa alas 3 a.m. completamente borracha. Acababa de entrar y el joputa del
reloj cucú hizo 'cu-cu' tres veces. Al darme cuenta que mi marido se iba a despertar por ese sonido, grité '"CU-CU'" otras 9 veces más...
Me quedé tan orgullosa y satisfecha por haber tenido de pronto, aunque borracha, una idea tan buena para evitar pelea con mi marido... Me acosté de lo más tranquila pensando en lo
inteligente y lista que soy. Por la mañana, durante el desayuno, mi marido me preguntó a qué hora había llegado y le contesté que había llegado a las 12 en punto, tal y como le había prometido. Él, de momento, no dijo nada ni me pareció desconfiado. "Qué biennnnn! ¡SALVADAA!" -pensé yo. Entonces él me dijo: "Por cierto...debemos cambiar nuestro reloj cucú". Le pregunté temblorosa, "¿SÍIII? ¿Y por qué, mi amor?"
Y me dijo: "Bueno, anoche el reloj hizo 'cu-cu' tres veces... Luego, no sé cómo, gritó "¡¡mierda!!"... Después hizo 'cu-cu' cuatro veces más... Vomitó en el pasillo... Hizo 'cu-cu otras tres veces... Se partió de la risa, y otra vez hizo 'cu-cu'... Salió corriendo, pisó al gato, rompió la mesita de la esquina de la sala, se acostó a mi lado dando el último 'cu-cu', se tiró un pedo y se durmió..

¡¡Descomunal, sin duda!! Jajaja
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Me estoy intentado reponer de una experiencia extra sensorial y el único método medianamente eficaz que he encontrado para ello es empezar a escribir estas líneas. Esta mañana mi hijo ha tenido a bien amenizarme el desayuno con el pestilente e intenso aroma que desprendía el pañal que le acababa de poner limpio no hacía ni 20 minutos. Ante la disyuntiva de tomarme el café frío y quitarle el emplasto que, sin lugar a dudas, llevaba adosado al culo y beberme la cafeína caliente pero seguir aguantando aquella pestilencia he optado por lo primero. Así es que he cogido al enano en brazos, lo he llevado hasta el cambiador y de forma mecánica he abordado la labor de volverle a poner el trasero en condiciones más saludables.
Primer problema (Sin contar la intensidad del aroma, claro): Mi hijo NO se había hecho caca. ¡Qué va! La criatura ha debido de expulsar a Satán de su cuerpo. El niño no había defecado. No. La mierda (siento la expresión pero es la más adecuada) lo había invadido por completo llegándole al ombligo por delante y hasta los riñones por detrás. Ante esta ingente cantidad de porquería expulsada por el cuerpo de un bebé de un año por supuesto me he cerciorado de si mi hijo seguía respirando después de aquello. Afortunadamente sí…
Segundo Problema: Limpiar el tema. Como yo no pensaba ni por el forro que me iba a encontrar con eso porque NUNCA antes me había sucedido pues he ido a cambiarle con el kit de supervivencia habitual: Toallitas húmedas, pañal limpio y cremita. Dado que el niño se mueve más que la capa de Don Jaime de Marichalar no podía dejarlo solo sobre el cambiador para ir a buscar agua y una esponja porque corría riesgo de caer al suelo y abrirse la cabeza. Luego he pensado que podía considerar la opción de coger a la criatura tal cual y meterla de cabeza en la bañera pero, para poder hacer eso, debía de poner la mano en alguna de las zonas que estaban completamente a rebosar de esa materia apestosa y untosa a lo cual me he negado. Así es que he optado por el método fino (error, gran error). He empezado a sacar toallitas del paquete en un vano intento de limpiar el pastel que tenía ante mis ojos pero aquello, en vez de limpiarse, se extendía cada vez más. Aún así he insistido y se me ha dibujado media sonrisa cuando a la toallita 56 el tema empezaba a aclararse un poco. Tras mucho empeño y esfuerzo he logrado dejar el culo de la criatura como debe estar, le he colocado el pañal, lo he vuelto a vestir y lo he metido en el andador.
Tercer problema: Cuando he regresado a la habitación para recoger “el regalito”, éste había desaparecido. Como el cuarto olía que apestaba he descartado por completo que acabara de soñar aquello así es que me he puesto a buscar el pañal infecto por toda la estancia. ¡Que si quieres arroz Catalina! No estaba en ninguna parte. He salido, he vuelto a entrar, he puesto todo patas arriba pero nada. El pañal se había esfumado. De pronto mi hijo se ha puesto a gritar y a reír a carcajadas. He salido el pasillo y la imagen con la que me he encontrado ha sido descomunal. El niño estaba persiguiendo con el andador al perro, bestia esta que sostenía entre sus dientes el pañal asesino y pestilente que terminaba que arrancarle a mi hijo del culo junto con todo el puñado de toallitas sucias. Lo primero que he hecho ha sido poner a la criatura a salvo en la cocina, cerciorarme de que no había metido ninguno de sus miembros en el pañal y he cerrado la puerta. Luego me he quedado cara a cara con la bestia canina que sostenía la gran cagada entre sus mandíbulas…
Cuarto Problema: Al principio he pensado que ni por asomo le iba a quitar aquello de la boca a la bestia si para ello tenía que tocarlo. Después, cuando he visto con la agilidad con la que el monstruo peludo movía el pañal por todo el pasillo me he dado cuenta que o metía la mano ahí o la caca del bebé iba a pasar en cuestión de segundos del pañal y de la boca del chucho a las paredes, suelo, alfombras y muebles de casa. Y eso sí que no. Inocente de mí he vuelto a entrar en la cocina para coger una bolsa de plástico con la que poder atacar la mandíbula del chucho sin tener que pringarme, mientras que con una mano sostenía al perro por el collar. ¡ Juas. Eso creía yo! Al entrar el plástico en contacto con la porquería del pañal no ha hecho otra cosa que resbalar mientras que el chucho tiraba hacia atrás en un intento de conservar su codiciado tesoro. Cuando me he querido dar cuenta la bolsa de plástico ha caído al suelo y mis dos manos han ido a parar al grueso del pañal. Podría ser muy fina describiendo lo que ha pasado a continuación pero sería demasiado largo. Así es que lo voy a dejar en que me he puesto de mierda hasta las orejas. Al coger el pañal lo he estrujado con tanta fuerza que me ha salpicado toda, amén de llegarme el tema hasta los codos. Al intentar huir del perro para que no volviera a coger su “premio” he resbalado con “algo” que había en el suelo. Y allá que me he ido yo para abajo. Después de lo que me había costado hacerme con esa cosa pestilente no pensaba soltarla ni por el forro así es que ha sido mi barriga lo que ha parado el golpe. (Ya os podéis imaginar a qué altura se me ha quedado el pañal). Después de unos segundos he logrado reponerme no sin antes tener arcadas y morirme de asco ante lo que estaba oliendo más que viendo. Pero aún he tenido tiempo para mirar al perro directamente a los ojos y decirle. “Te he ganado”. He llegado a la cocina como he podido y sin manchar nada ( a parte de mi cuerpo y lo que llevaba puesto). He tirado el pañal tóxico a la basura y me he ido de cabeza a la ducha no sin antes empujar el andador de mi hijo con la punta del pie para que no se quedara solo.
Hace un rato he dejado a mi hijo en la guardería. A pesar de la intensa ducha a la que me he sometido aún me llega el aroma pestilente de la “mascarilla” que ha envuelto mi cuerpo durante unos minutos. Me he tomado un café caliente en el bar al mismo tiempo que rellenaba un boleto del Euromillones ese. Si es cierto eso de que cuando pisas mierda te toca la lotería, yo que me la acabo prácticamente de comer tengo todos los números para que me toquen los cien kilos. ¡Ya os mantendré informad@s!
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Desde hace varios días doña Yentl padece una gastroenteritis aguda, una forma muy sutil y educada de definir las "cagaleras de la muerte" que está sufriendo mi señora madre. Su relación con el señor Roca pasó en el plazo de 12 horas de ser de lo más normal a convertise en un amor incontrolado. Mi progenitora es una mujer de recursos pero resulta que para las enfermedades y otros menesteres que los que seguís este blog ya conoceis es a mí a quien llama.

- Nena, ¿Podrías pasar por la farmacia y que te den algo para la colitis (odio esa palabra)? Es que no me puedo mover del váter-
- ¿Qué te pasa? ¿Has comido alguna cosa que te ha sentado mal?- pregunto yo casi convencida que lo que le sucede es producto de alguno de sus habituales atracones de dulces.
- No no que va. Si ayer comí la mar de sano. Un hervido y una pechuga a la plancha. Por la tarde solo merendé una café con leche con seis galletas- joder´"solo seis galletas"- y a la hora de cenar ya no me encontraba demasiado bien y me tomé un poleo- responde ella con voz compungida.
- Mmm pues es raro que comiendo solo eso estés así ahora. A lo mejor has cogido una de esas gripes intestinales que corren por ahi y que dicen que son malísimas- le digo yo en un intento de apartar de mi mente la visión de mi santa madre frente a la caja de dulces que guarda en el armario y que sabe que le sientan mal.
- No creo que sea eso. Ya me he vacunado- afirma como si eso la librara de padecer todos los males.
- Bueno ahora pasaré por la famarcia y ya te subo lo que necesites-

Alrededor de una hora después me presento en casa de mi señora madre con la medicación que me han dado en la farmacia y una garrafa de agua de ocho litros porque me han recomendado que beba mucho para que no se deshidrate. Obvio describir el estado en el que me encuentro a Yentl. Ya os podeis imaginar cómo está alguien que lleva casi 24 horas sin salir del cuarto de baño (si, mi madre es de las que pide ayuda cuando ya se está muriendo asi es que en el momento que me hace la llamada llevá así casi un dia entero). Lo primero que hago es darle ración doble de las pastillas que me han recomendado en la farmacia y le hago beberse tres vasos de agua. Unos minutos después confiesa que se encuentra algo mejor (no me extraña, pienso yo, con el viaje que te acabo de meter). Al final consigue regresar a la cama y se acuesta. Voy a la cocina a llenarle una jarra con agua para dejársela en la mesilla de noche para que vaya bebiendo y, cuando regreso al dormitorio está durmiendo como un tronco. Dejo el agua, le coloco el movil al lado de la cama, recojo algunas cosas de la casa y la dejo dormir...

Al día siguiente 8'45 A.M: Suena el timbre de casa. Me levanto del escritorio cabreada como una mona porque estaba concentradísima escribiendo un relato. En el trayecto que hay del despacho de casa a la puerta el puto timbre suena veinte veces. El niño se despierta y empieza a llorar. Yo me empiezo a maldecir en todos los idiomas que conozco. Abro y me encuentro con doña Yentl más fresca que unas pascuas y con una bolsa de ensaimadas en la mano.
- ¿Aún estás durmiendo? ¿Por qué llora el niño? ¡He traido ensaimadas para mojar con el café!- Sin darme tiempo a reaccionar entra en casa como un torbellino. Deja las bolsas en la cocina, atraviesa el pasillo y se va a ver su nieto que está como loco con ella. Cierro la puerta intentando procesar todo lo que está sucediendo. La mujer que está en mi casa... ¿es la misma que ayer estaba al borde de la deshidratación?. Me arrastro por el piso sin comprender nada y decido que la mejor opción es la de preparar café. Así es que me pongo a ello.
- ¿Qué te hace la mamá? ¿No te hace caso y por eso lloras?- le pregunta señora madre a mi hijo mientras que le da besos y el niño se tranquiliza.
- No mámá. El niño llora porque lo has despertado con esa forma tuya de llamar como si se estuviera quemando el edificio- respondo con un tono bastante desagradable y muy digno de mí antes de las once de la mañana.
- Hija como en esta casa os levantais tan temprano yo qué iba a saber que la criatura estaba durmiendo- afirma mientras le hace monerías al enano.
- Pues mira por dónde hoy al niño no le había dado por madrugar. Pero bueno da igual. Supongo que tú después de lo de ayer no querrás café, ¿verdad?-
- Mujer un poquito de café mojado con una ensaimadita tampoco me va a matar-
- Haz lo que quieras pero te recuerdo que ayer me llamaste afirmando estar al borde de la muerte y no sé yo si será muy recomendable un desayuno de este tipo para tu estómago-
Por supuesto mi madre hace siempre lo que le da la gana (en eso nos parecemos) y se sirve un tazón de café con leche y dos ensaimadas. Yo lleno la taza solo con café y dejo los dulces para más tarde. Mi hijo está gateando por el suelo de la cocina con una galleta que Yentl acaba de sacar del bolso. Ignoro la cara que debo tener en ese momento aunque supongo que debe ser la que se me pone cuando no entiendo nada.
- Hija. ¿No te encuentras bien?-
- Si yo estoy bien. La pregunta es cómo estás tú- respondo malhumorada
- Estoy muy bien. Ni me enteré cuando te fuiste ayer, Me he despertado a eso de las cinco de la madrugada con mucha sed. Me he bebido casi todo el agua que había en la jarra. Luego me he vuelto a dormir y a las siete ha sonado el despertador. Como me encontraba bien me he levantado y oye, estoy como si no me hubiera pasado nada-
- Mejor, mejor. Se ve que tu cuerpo ha eliminado rápido lo que te había sentado mal- Después de pronunciar esta frase desvío la mirada que hasta el momento tenía puesta en mi hijo que se estaba entreteniendo vaciando el armario de las fiambreras y observo que mi madre tiene una sutil sonrisa en los labios. Me la quedo mirando fijamente y entonces ella empieza a reirse a carcajadas.
- ¿Me lo explicas?- pregunto al mismo tiempo que empiezo a caer en la cuenta de que mi progenitora ha vuelto a hacer alguna de las suyas.
- ¿Qué quieres que te cuente?- dice mientras se esfuerza por disimular la risa.
- Esto de lo que te ríes. Vamos, lo que has hecho esta vez que es tan gracioso- le digo empezando a contagiarme de su risa.
- Vale te lo cuento pero prométeme que no se lo vas a contar a tu hermana porque ya sabes que dirá que estoy loca y todas esas cosas-
- No. No le diré nada- respondo mientras pienso la de aventuras que mi hermana desconoce de su madre debido a su estricto carácter.
- Resulta que hace tres días estaba paseando por el centro con Finín (momia amiga de mi madre) y se nos acercó una chica así de tu edad muy educada y muy bien vestida. Nos dio un papel y nos dijo que en un local al final de esa misma calle iban a dar una charla sobre nutrición. Que era totalmente gratuita y que nos podía interesar porque es muy importante que las personas mayores comamos sano y bien. Como no teníamos nada pensado para pasar la tarde pues decidimos ir a esa charla-
- Pero...- No continuo la frase porque me va a salir un reproche del que más tarde me voy a arrepentir. Así es que la dejo que siga con la historia.
- Llegamos al sitio ese y estaba lleno de gente casi toda de nuestra edad. Al cabo de un rato de estar allí un señor así como de unos cincuenta años se coloca delante de un atril que había en frente nuestra y empieza a explicarnos lo importante que es comer bien. Las propiedades que tienen muchos alimentos y lo buena que es la dieta mediterránea. Cuando termina de hablar otra chica nos explica que su empresa ha desarrollado unos batidos que aportan las vitaminas y las proteinas que las personas mayores vamos perdiendo con el tiempo. Y nos da un folleto para que lo leamos-
- Mamá....-
- No no, tranquila. Esta vez no hemos comprado nada. Pero resulta que después de la charla hacía bastante calor y al fondo de la sala servían bebida fresquita. Era gratis (afirma igual de emocionada que un niño). Así es que Finín y yo nos bebimos dos batidos de esos tan fresquitos. Y oye estaban buenos. Además la chica fue tan encantadora que nos dio unas muestras para que lo probáramos un par de días en casa-
- Y no se te habrá ocurrido hacerle caso, ¿verdad?-
- Pues mira la verdad es que cuando llegué a casa por la noche no tenía nada de hambre y pensé mira qué bien. Si resulta que lo del batido este va a ser bueno y todo. Al día siguiente a la hora de merendar me apetecía algo fresco y me preparé otro batido de esos. Pero hija yo no sé si fue al mezclarlo con las galletas o la tomarme el café después que me puse malísima-
- Pero a ti cómo se te ocurre tomarte ninguna porquería de esas. ¿Sabes la mierda que lleva todo eso? Además con la de alergias que tienes a tantas cosas. ¡Te podrías haber muerto! Mira por suerte sólo te han dado unas cagaleras pero más días te tendrían que haber durado porque eres peor que un niño. Haces como los del inserso. Como es gratis.. hale aunque sea veneno.-
- Mujer pero si estaba buenísimo y además la chica decía que era tan sano..-
- Y qué quieres que te diga. Que te está vendiendo porquería. ¡Por Dios, madre!- Mientras le estoy pegando la bronca observo que ella está abriendo el bolso y que no puede controlar la risa. Saca un par de sobres del interior y me mira.
- El caso hija... el caso es que yo te había traído los que sobraban por si querías...- No puede terminar la frase. Empieza a reirse a carcajadas mientras que yo hago lo mismo al darme cuenta que lo que tiene en la mano son los restos de las muestras de los batidos. Nos reimos hasta llorar. De ese modo tan peculiar en nosotras. Mi hijo se une a la fiesta. Lo cojo en brazos, le doy un beso y aprovecho que me he levantado para tirar a la basura el batido milagroso.
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Observo desde el sofá los primeros pasos de mi hijo. Es curioso ver cómo primero afianza el equilibrio y solo adelanta uno de sus pies cuando está convencido que de podrá realizar esta tarea. Sin embargo tiene más confianza en sí mismo que capacidad para caminar porque se va al suelo sin remedio. Casi siempre cae de culo y después de unos segundos en los que se dedica a mirarme, reirse y hacer palmas vuelve a la carga. Apoya las manos en el suelo, flexiona las rodillas, levanta el trasero y se coloca otra vez en posición horizontal listo para volverlo a intentar. No importa las veces que su pequeño cuerpo se desequilibre. Su reacción es siempre la misma. Es tenaz, perseverante y convierte algo complejo en un simple juego.
Quisiera ser como él. Deseo permitirme el lujo de caer una y otra vez sin que ello merme mis fuerzas ni cause heridas en mi interior. Ahora que he caido solo ansío tener el valor que leo en sus ojos para ponerme en pie. Poder reirme y hacer palmas si mis huesos dan de nuevo con el abismo y lograr convertir en un simple juego algunas de las putadas que la vida nos tiene reservadas.
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