Escribir... Una forma de entretenerse como cualuier otra, ¿no te parece?

La cogorza




Esta mañana me ha llamado mi hermana para contarme la última "hazaña" de Yentl. Hace varios días que sólo hablo con mi madre por teléfono porque la gripe y la bronquitis se han cebado con nosotras. Al margen de explicarnos nuestros respectivos síntomas y de quejarnos como dos criaturas, la verdad es que no nos hemos puesto al día de los últimos sucesos de nuestras respectivas vidas.
Después de hacer un esfuerzo sobrehumano llevando a mi hijo a la guardería con la que está cayendo ahí fuera, he ido al bar de siempre a desayunar. Ahí me he encontrado con mi Señora Hermana quien, después de interesarse por mi estado de salud, ha comenzado a hablar enfurecida.
- ¿No te ha contado "La Marquesa" (otro de los motes de mi madre) la última que ha hecho?-
- Pues no. Aunque dudo mucho que haya podido liar alguna- he respondido con calma mientras me temía lo peor- porque lleva en la cama desde el lunes.
- Si es que la lió el viernes- ha respondido
- ¿El viernes? Si yo la dejé la mar de tranquila preparándose para tomar el te con las amigas y luego se iban todas juntas a la clase de Danza del Vientre (si... no preguntéis...)- he dicho con voz nerviosa temiéndome lo peor.
- Ahora se llama "tomar el te"- ha señalado mi hermana en un intento de disimular la risa y el cabreo al mismo tiempo.
- Hija eso es lo que me dijo. Que había quedado con las Tutankamon (véase las amigas Conchitina, Paquitina, Finín y Lucita). ¿Que las viste haciendo algo raro por ahí?-
- ¡Vamos que si las vi!-
- Jojojo. Cuenta. Cuenta...-
- Pues resulta que subí el viernes por la tarde a casa de la mamá a recoger unos pantalones que me estaba arreglando. Llamé al timbre varias veces y nadie me contestó. Como sabes que tú madre hace esas cosas de no abrir la puerta cuando se le antoja decidí sacar la llave del bolso y entrar en casa. ¡No veas la que tenían liada allí!-
- ¿Una orgía con vendas y sarcófagos?- he respondido mientras me empezaba a reír con la imagen que me había venido a la mente.
- ¡Peor! Estaban todas en ropa interior en medio del salón- ha dicho mi hermana con más tranquilidad de la que aparentaba.
- ¿Cómo en ropa interior?-
- ¿Eres tonta? Pues en bragas en sujetador o en combinación, cuando no con todo junto-
- No creo que las abuelas se lo estuvieran montando- Estoy enferma, lo sé. Pero ha sido la única frase que he logrado articular en ese momento.
- ¡No seas cerda!- ha dicho mi santa hermana.
- Mujer a lo mejor estaban poniéndose al día en modelos de lencería-
- Pues como no fuera en los diseños del Carrefour no creo porque el espectáculo era lamentable-
- Volviendo a la historia- he interrumpido yo.- ¿Qué dijo nuestra señora madre cuando te vio allí?-
- ¡Nada! Me recibió entre carcajadas y me dijo que me sentara con ellas. Cuando me acerqué a la mesa vi un montón de fichas de casino y a una enana fumándose una pipa mientras iba repartiendo cartas- ha explicado medio muerta de risa.
- Pero si tu madre odia el juego. Además a la que la sacas del cinquillo y la brisca se pierde.
- No si perdida estaba. Porque fue sentarme en la silla y empezó a llegarme un pestazo a alcohol que ni te cuento. Yo todo era mirar a un lado y a otro pero no había ni rastro de ninguna botella. Sólo se veía el plato de las pastas y una jarra de café vacía.- ha narrado mi hermana con esa perfección que siempre me ha apasionado en su forma de contar historias.
- ¿Alguna de ellas te explicó qué hacían medio desnudas?- he preguntado queriendo averiguar el lado morboso del asunto.
- Sí en cuanto me senté. Una tipa muy seca me dijo que por cada farol que se marcaban y eran descubiertas por las demás se tenían que quitar una prenda-
- Pero-- ¿Y cómo sabían ellas que las demás iban de farol si las cartas no se enseñan al terminar la partida?- he dicho con absurda ingenuidad.
- Pues porque estas mujeres además de estar colgadas son tontas. Y después de cada mano todas ponían las cartas sobre la mesa y me morían de la risa mientras que la más mentirosa se iba desnudando-
- ¡Viejas depravadas!- he dicho sin poder contener más la risa. - De todos modos no veo tan gordo el tema. Tu madre las ha hecho peores, mucho peores-
- No si es que aún no te he contado lo peor-
- Ah-
- Resulta que al cabo de 20 minutos y en vista de la bochornosa situación decidí marcharme porque tenía cosas que hacer y allí dejé a las abuelas. Después de hacer varias compras y casi a las nueve de la noche me di cuenta de que, con lo alucinada que me había quedado con el espectáculo en casa de la mamá se me había olvidado recoger los pantalones. Así es que volví. Esta vez pasé de llamar al timbre porque los cánticos se oían desde el portal- ha explicado mi señora hermana con dificultad porque se estaba muriendo ya de la risa.
- ¿Cánticos?-
- Sí. Iban, como mínimo, por la cuarta revisión de los Grandes Éxitos de Los Panchos-
- Pero si tu madre NO canta- he respondido yo sin poder contener las carcajadas.
- Cierto. Y no lo hacía. Ella dirigía al coro de momias en ropa interior que aullaba sobre el sofá del salón una versión muy particular de "Solamente una vez". Estaba a punto de hacer notar mi presencia porque, por supuesto, las señoras no se habían enterado de nada, cuando he visto que de debajo de la faldilla de la mesa salía una de las momias sujetando una botella de anís del mono en cada mano y haciendo ronda de chupitos entre las amigas "porque se les secaba la boca de tanto cantar" según aseguraba mientras les vertía un chorrito a cada una en la boca-
Esto ha sido ya la gota que ha colmado el vaso. Ni mi hermana podía seguir explicándome la historia porque lloraba literalmente de risa ni yo podía seguir su conversación porque hacía ya diez minutos que "me meaba toa" junto a cuatro personas más que desde la mesa de al lado estaban escuchando la conversación y no podían reprimir las carcajadas. Así hemos estado un buen rato hasta que mi hermana ha recuperado la seriedad.
- Pues a mí no me hace gracia- ha sentenciado sin llegar a creerse lo que estaba diciendo.
- No, no. La verdad es que no la tiene- la he secundado mofándome de su actitud.
- Pues no la tiene porque la que se tuvo que cargar luego con las borrachas fui yo.
- ¿Cómo cargar con las borrachas?-
- Sí. Cerca de las diez de la noche empezó a sonar el teléfono de casa de tu madre. Algunos de los familiares de las momias que sabían dónde era la reunión llamaban preocupados porque sus ancianas madres NO habían regresado. Me los quité de encima diciendo que seguían en casa y que estaban bien. Cuando colgué al último de los hijos angustiados me di cuenta de que las viejas llevaban una monumental cogorza y que, por supuesto no las podía devolver así a su casa.
- Yo las habría sacado a todas desnudas al balcón bajo el intenso frío de la noche para que volvieran en sí- he dicho con mi habitual empatía.
- No te creas. Eso estuve a punto de hacer yo pero al final opté por lo de toda la vida. Café, café y más café.
- ¿Y?-
- Al cabo de un rato tu madre parecía ya una persona normal y, al darse cuenta de cómo estaba el panorama (momias que vomitaban, momias que aseguraban que estaban al borde de la muerte) decidió hacerse cargo de ellas y las fue metiendo en la cama.
El hecho de imaginar a mi madre acarreando por el ático en el que vive a un grupo de ancianas achacosas y además borrachas ha podido conmigo. He empezado a reírme de nuevo. Instantes después mi hermana hacía lo propio mientras repetía: "Pues espera que aún no te he contado cómo les pusimos el camisón"....

5 Responses so far.

  1. Anónimo says:

    Graciosa historia... Aunque creo que lo mejor que podía haber hecho tu hermana era sumarse a la juerga... Quizá deba aprender de la marhca de tu madre...

  2. mireias32 says:

    Bueno es lo que tiene mi hermana. Es muy seria. Pero menos mal porque alguien tiene que poner orden en esta familia jajaja. Besos**

  3. Dioxes... la tercera edad ya no es lo que era :P

  4. mireias32 says:

    Ciertamente no:)

  5. jajajajaja buenísimo, eso es una madre juas, juas, juas. Buenísimo