Escribir... Una forma de entretenerse como cualuier otra, ¿no te parece?

Morosos en el chino





A lo largo de mis 33 años de vida he hecho cosas lamentables, cutres y muy cutres. Pero hacía años que no vivía una situación tan tan tan absurda como la del domingo pasado. Desde que soy madre (es decir desde hace 16 meses) mis salidas gastronómicas se han visto bastante limitadas no por el dinero (que también) sino porque los sitios que solía frecuentar no están adaptados para que llegues a ellos rollo sherpa tibetano con más trastos que una caja de herramientas y las gentes que a ellos acuden no tienen la culpa de que yo sintiera la llamada de la maternidad. Así es que, a excepción de esas noches en las que mi suegra decide quedarse con el renacuajo y liberarnos a su hijo y a mí de esta "pesada carga", nos vemos obligados a elegir otro tipo de restaurantes en los que nuestra notoria presencia sea bien recibida.
Uno de los lugares altamente recomendados para ir con morlacos que empiezan a caminar, a escupir, a robar los cubiertos de la mesa y a sacar la lengua al resto de comensales (cosa que quiero pensar que hacen todos los niños o empezaré a plantearme que mi Adrià está poseído) son los restaurantes chinos. Estos orientales, a los que por cuestiones culturales incomprensibles les gustan los niños, permiten que las pequeñas bestias hagan atrocidades en su local por un módico precio. Así es que el domingo a medio día, el ser que vive conmigo y yo (hartos de correr por la playa detrás del enano) decidimos asaltar un chino al que solíamos ir con frecuencia cuando nuestra vida consistía en comer, dormir y follar.

INICIO: Llegamos al restaurante y una "jauría" de chinos salen corriendo a la puerta a recibirnos y a mirar el carro con caras sonrientes. Joder vale que hace tiempo que no venimos pero tampoco es que llevemos en la sillita al Dalai Lama. Mi hijo, al verse rodeado de tanto personal alborotado empieza a hacer palmas. (Ha salido folclórico como yo. Qué le vamos a hacer). A continuación el mogollón de chinos nos llevan a una mesa a la que ya han adherido una pequeña silla para el crío. Un par de chinas están delante de mi hijo hablando en un extraño idioma que la criatura parece entender porque les contesta con los mismos sonidos.
CONTINUACION: Después de que el chino mandamás del local venga a saludarnos y a recriminar a las chinas que se estén tocando el chirri haciéndole carantoñas al enano (más que nada porque el restaurante está abarrotado) nos sentamos en la mesa y pedimos. El pequeño monstruo empieza a protestar y a gruñir tipo: "Cabrones bajadme de esta silla que yo lo que quiero es andar y tocarlo todo". Afortunadamente llega Tze (José para los amigos) con una bandeja de pan de gamba. El caos se genera en la mesa porque el enano, con un rápido y experto movimiento, se apodera del contenido del plato haciendo que su padre y yo tengamos que rogarle cada pequeña ración de este aperitivo. Resumiendo que, mientras nosotros nos comemos un trozo, el niño se mete siete en la boca. Pero mira, por lo menos está callado.
MÁS CONTINUACIÓN: Llegan los primeros y a la criatura se le ponen los ojos como platos al ver los palillos. Evidentemente él también quiere un par. Así es que su padre, mirándolo con resignación, le da su pareja de chopsticks. Enseguida el pequeño elfo descubre que, aunque no es capaz de manejar los palillos con destreza (de haberlo hecho me hubiera muerto del susto) sí que es capaz de usarlos tipo pincho. Y a este descubrimiento se entrega con pasión en el plato de su padre en el que empiezan a volar trozos de cerdo agridulce y chop suey. Con más comida escampada por la mesa que en nuestro estómago llegan los segundos. El enano empieza a aporrear su silla de madera tipo: "¿Qué pasa? ¿No hay nada para mí?". En un intento de hacer una gracia se me ocurre ponerle delante el arroz tres delicias. Error. Tremendo error porque en cuanto el niño tiene la bandeja a su alcance hunde las zarpas hasta adentro y empieza a sacar puñados de una masa pastosa que se lleva a la boca al mismo tiempo que habla. La cosa hace gracia los tres primeros minutos pero el tema empieza a ponerse duro cuando el pequeño saltamontes descubre que el arroz se puede lanza no solo al suelo ni sobre la mesa, sino también sobre sus padres. Nosotros intentamos apurar nuestros platos mientras que nos envuelve una lluvia de arroz cocido para cachondeo y regocijo de las mesas que nos rodean (y por supuesto de los chinos). Me apetece tomar postre pero como no sé si seré capaz de contener a la bestia durante mucho más tiempo decido obviar el tema. Así es que pedimos la cuenta mientras que empezamos a recoger el estropicio que se ha generado a nuestro alrededor. Tampoco es plan de que los chinos nos echen de allí por cerdos.
FINAL: Llega la cuenta. La verdad es que está bien. Por 15'85€ no sólo hemos comido dos personas, sino que la criatura se lo ha pasado mejor que en Eurodisney. Miro a mi marido y me doy cuenta que está como pálido.
- ¿Qué pasa?-
- Nada. Que no llevo ni tarjetas ni dinero. Paga tu- responde a lo House
- Vas bien de sal si pretendes que pague yo. No he cogido el bolso- respondo totalmente convencida de que me está tomando el pelo.
- Pues me va tocar ir a casa porque no llevo nada. En serio-
- Le dices al chino que luego vienes y se lo pagas- digo aún de cachondeo.
- Eso es lo que vamos a tener que hacer
Aquí es cuando me empiezo a acojonar porque mi señor esposo no suele prolongar demasiado las bromas. Lo miro a los ojos e instintivamente empiezo a rebuscarme los bolsillos. ¡Ni un pavo, oye! Nada de nada. Momento de confusión y turbación. Por Dios después de las cerdadas que ha hecho el niño ( que por cierto ahora está metiéndose un dedo en la nariz y sacando la lengua) y de esta actitud nuestra en el restaurante ¿No vamos a poder pagar?. Sofoco, sudores, palidez. Me veo asesinada por alguna triada. Al final mi santo se arma de valor y le dice al chino lo que pasa. El buen hombre nos mira con cara de "comprender nuestra situación" y responde: "Aquí con chino no ploblema. Pagal más talde. Cuando podel". Completamente abochornados nos levantamos, recogemos a nuestro vástago que para entonces ya está sacándose los mocos directamente y salimos a la calle. Mi marido y yo nos miramos tipo: "Quién nos ha visto y quién nos ve" mientras que mi hijo se acaba de subir encima de una caja de botellas de vidrio que amenaza con romper.

10 Responses so far.

  1. Ja, ja, ja, ja... Muy bueno, si señor. Las situaciones que nos hacen vivir estos enanos, pueden ser para escribirlas. Esto ya lo he contado alguna vez, pero creo que viene a cuento para que sepas que esto que te ha ocurrido sólo acaba de empezar.

    Una vez, cuando mi hijo mayor era pequeño, estabamos en un restaurante. Hasta aqui bien. De pronto al niño se le escapó un erupto y cuando le explicamos que tenia que cerrar la boca, dijo que si, que claro, que no volvia a hacerlo. A los diez minutos no fue precisamente un erupto lo que se le escapó y cuando le miramos horrorizados nos miró alegremente y dijo: Pero, mamá si he cerrado la boca!

    Qué vergüenza pasé, jejejej. Bueno, ahora tiene 14 años y esas cosas ya no las hace, menos mal.

    Muchos besos y no te olvides del bolso.

  2. mireias32 says:

    Jajajaja es lo que tienen los niños. ¡Que son tremendos!. Descuida, a partir de ahora llevaré el bolso tatuado jajaja. Besos***

  3. Anónimo says:

    Los niños son... niños. Y que nunca cambien.

  4. mireias32 says:

    Y que no lo hagan nunca:)

  5. Anónimo says:

    jejeje que bueno :D
    me muero de risa. Pensaba que ibais a salir corriendo con el niño en el marsupio...hubiera estado cachondo el "simpa", pero si sois habituales, y con tanto trasto..no se no se
    ciao! :)

  6. mireias32 says:

    No creas... Lo del simpa lo consideramos durante unos seguntosjajajajaja

  7. Que sepas que me he reido mucho al leer tu experiencia en el chino. A mi niño también le gusta el chino, sobre todo cuando las camareras cada vez que pasan le dan una cucharada de arroz 3 delicias.
    Te confirmo que lo del pan chino y el arroz lo hacen todos, no sólo el tuyo.
    Un saludo.

  8. Anónimo says:

    a ver .... ante todo genia porque queramos o no los crios hacen eso y mucho más. El mio suele decir que si quiere ir al "recurante chino" pero le gustan más esos que tienen columpios para crios ... comer no come pero al menos comemos los demás, que ya es algo.
    Yo fui el sábado y claro ya tiene cuatro años y se medio comporta con el arroz aunque al él le flipaban los fideos. A lo que voy se porto tan genial que cuando acabo el plato fue a ver al "mandamás" (siento copiarte me ha encantado eso ) y le solto " señor ya me lo he comido todo he sido campeón " a lo que luego pataleo por un euro para una bolita. (dichosas bolitas dicho sea de paso tengo el bolso repleto de tonteriitas variadas )

  9. mireias32 says:

    Jajaja yo en ocasiones creo que en el bolso llevo muertos. El otro día al ir a pagar en la farmacia me salieron dos lego del bolso y una galleta aplastada:))

  10. Anónimo says:

    Me ha hecho mucha gracia tu descripción del comportamiento de tu hijo, es normal son niños, pero también se le puede educar.

    Atte. Atocha