Escribir... Una forma de entretenerse como cualuier otra, ¿no te parece?

El pañal tóxico




Me estoy intentado reponer de una experiencia extra sensorial y el único método medianamente eficaz que he encontrado para ello es empezar a escribir estas líneas. Esta mañana mi hijo ha tenido a bien amenizarme el desayuno con el pestilente e intenso aroma que desprendía el pañal que le acababa de poner limpio no hacía ni 20 minutos. Ante la disyuntiva de tomarme el café frío y quitarle el emplasto que, sin lugar a dudas, llevaba adosado al culo y beberme la cafeína caliente pero seguir aguantando aquella pestilencia he optado por lo primero. Así es que he cogido al enano en brazos, lo he llevado hasta el cambiador y de forma mecánica he abordado la labor de volverle a poner el trasero en condiciones más saludables.
Primer problema (Sin contar la intensidad del aroma, claro): Mi hijo NO se había hecho caca. ¡Qué va! La criatura ha debido de expulsar a Satán de su cuerpo. El niño no había defecado. No. La mierda (siento la expresión pero es la más adecuada) lo había invadido por completo llegándole al ombligo por delante y hasta los riñones por detrás. Ante esta ingente cantidad de porquería expulsada por el cuerpo de un bebé de un año por supuesto me he cerciorado de si mi hijo seguía respirando después de aquello. Afortunadamente sí…
Segundo Problema: Limpiar el tema. Como yo no pensaba ni por el forro que me iba a encontrar con eso porque NUNCA antes me había sucedido pues he ido a cambiarle con el kit de supervivencia habitual: Toallitas húmedas, pañal limpio y cremita. Dado que el niño se mueve más que la capa de Don Jaime de Marichalar no podía dejarlo solo sobre el cambiador para ir a buscar agua y una esponja porque corría riesgo de caer al suelo y abrirse la cabeza. Luego he pensado que podía considerar la opción de coger a la criatura tal cual y meterla de cabeza en la bañera pero, para poder hacer eso, debía de poner la mano en alguna de las zonas que estaban completamente a rebosar de esa materia apestosa y untosa a lo cual me he negado. Así es que he optado por el método fino (error, gran error). He empezado a sacar toallitas del paquete en un vano intento de limpiar el pastel que tenía ante mis ojos pero aquello, en vez de limpiarse, se extendía cada vez más. Aún así he insistido y se me ha dibujado media sonrisa cuando a la toallita 56 el tema empezaba a aclararse un poco. Tras mucho empeño y esfuerzo he logrado dejar el culo de la criatura como debe estar, le he colocado el pañal, lo he vuelto a vestir y lo he metido en el andador.
Tercer problema: Cuando he regresado a la habitación para recoger “el regalito”, éste había desaparecido. Como el cuarto olía que apestaba he descartado por completo que acabara de soñar aquello así es que me he puesto a buscar el pañal infecto por toda la estancia. ¡Que si quieres arroz Catalina! No estaba en ninguna parte. He salido, he vuelto a entrar, he puesto todo patas arriba pero nada. El pañal se había esfumado. De pronto mi hijo se ha puesto a gritar y a reír a carcajadas. He salido el pasillo y la imagen con la que me he encontrado ha sido descomunal. El niño estaba persiguiendo con el andador al perro, bestia esta que sostenía entre sus dientes el pañal asesino y pestilente que terminaba que arrancarle a mi hijo del culo junto con todo el puñado de toallitas sucias. Lo primero que he hecho ha sido poner a la criatura a salvo en la cocina, cerciorarme de que no había metido ninguno de sus miembros en el pañal y he cerrado la puerta. Luego me he quedado cara a cara con la bestia canina que sostenía la gran cagada entre sus mandíbulas…
Cuarto Problema: Al principio he pensado que ni por asomo le iba a quitar aquello de la boca a la bestia si para ello tenía que tocarlo. Después, cuando he visto con la agilidad con la que el monstruo peludo movía el pañal por todo el pasillo me he dado cuenta que o metía la mano ahí o la caca del bebé iba a pasar en cuestión de segundos del pañal y de la boca del chucho a las paredes, suelo, alfombras y muebles de casa. Y eso sí que no. Inocente de mí he vuelto a entrar en la cocina para coger una bolsa de plástico con la que poder atacar la mandíbula del chucho sin tener que pringarme, mientras que con una mano sostenía al perro por el collar. ¡ Juas. Eso creía yo! Al entrar el plástico en contacto con la porquería del pañal no ha hecho otra cosa que resbalar mientras que el chucho tiraba hacia atrás en un intento de conservar su codiciado tesoro. Cuando me he querido dar cuenta la bolsa de plástico ha caído al suelo y mis dos manos han ido a parar al grueso del pañal. Podría ser muy fina describiendo lo que ha pasado a continuación pero sería demasiado largo. Así es que lo voy a dejar en que me he puesto de mierda hasta las orejas. Al coger el pañal lo he estrujado con tanta fuerza que me ha salpicado toda, amén de llegarme el tema hasta los codos. Al intentar huir del perro para que no volviera a coger su “premio” he resbalado con “algo” que había en el suelo. Y allá que me he ido yo para abajo. Después de lo que me había costado hacerme con esa cosa pestilente no pensaba soltarla ni por el forro así es que ha sido mi barriga lo que ha parado el golpe. (Ya os podéis imaginar a qué altura se me ha quedado el pañal). Después de unos segundos he logrado reponerme no sin antes tener arcadas y morirme de asco ante lo que estaba oliendo más que viendo. Pero aún he tenido tiempo para mirar al perro directamente a los ojos y decirle. “Te he ganado”. He llegado a la cocina como he podido y sin manchar nada ( a parte de mi cuerpo y lo que llevaba puesto). He tirado el pañal tóxico a la basura y me he ido de cabeza a la ducha no sin antes empujar el andador de mi hijo con la punta del pie para que no se quedara solo.
Hace un rato he dejado a mi hijo en la guardería. A pesar de la intensa ducha a la que me he sometido aún me llega el aroma pestilente de la “mascarilla” que ha envuelto mi cuerpo durante unos minutos. Me he tomado un café caliente en el bar al mismo tiempo que rellenaba un boleto del Euromillones ese. Si es cierto eso de que cuando pisas mierda te toca la lotería, yo que me la acabo prácticamente de comer tengo todos los números para que me toquen los cien kilos. ¡Ya os mantendré informad@s!

3 Responses so far.

  1. Le aconsejo que tenga a mano el número del Teléfono de la Esperanza y de la Perrera Municipal.

    También es recomendable el número de urgencias de Asuntos Sociales.

    Ahora analice que demonios le ha dado de comer al niño y repita 50 veces que no lo volverá a hacer.

    (Por cierto, he tenido que ir corriendo al baño porque me meaba encima de la risa)

  2. mireias32 says:

    Estimada señora:
    Dado el asunto que nos ocupa a mano, lo que se dice a mano no puedo tener nada (le recuerdo que las tenía llenas de materia fecal) pero para la próxima vez tendré colgada esa información en un imán en la puerta de la nevera. Con respecto a lo que come la criatura... Lo de cada noche: Papilla de pollo/ ternera con verduras y un danone..¡¡Mas sano imposible!!
    Con respecto a su problema de micción de momento no tengo una solución satisfactoria pero prometo estudiarla en profundidad:))

  3. mireias32 says:

    Espero ansiosa ese informe mientras me deleito con el previo que me acabas de escribir:)