Escribir... Una forma de entretenerse como cualuier otra, ¿no te parece?

El método House

Llevo cinco días con una gripe espantosa. Esto de moquear, estornudar y tener fiebre en pleno mes de agosto es un auténtico asco. Desde el martes pasado he probado todo tipo de pócimas, remedios caseros y medicamentos para aliviar el penoso estado en el que me encuentro y, como seguro que ya habreís advertido, ningún tratamiento ha tenido el éxito esperado.
Hace un rato, cuando he sido consciente que llevaba 20 minutos leyendo la misma página de un libro, he sufrido un ataque de ira. En pleno cabreo ha venido a mi memoria una imagen del Doctor House y su peculiar tratamiento contra el resfriado. Sin pensármelo dos veces me he levantado de la cama y he corrido hacia la caja en la que guardo las medicinas. He cogido un gramo de paracetamol y el huido al cuarto de baño con él. Debo confesar que en ese momento me he sentido como una adolescente desobedeciendo las expresas prohibiciones de sus progenitores.
Pues bien ahí estaba yo, paracetamol en mano dispuesta a darme un festival que ni en las mismisimas raves de Ibiza cuando me he dado cuenta de que el medicamento estaba en formato comprimido. Así es que deja la pastilla sobre el lavabo, abre la puerta del cuarto de baño y viaje a la cocina a la caza y captura de un utensilio apropiado para convertir aquello en polvo. Por supuesto he recurrido a la siempre tan cinematográfica y racial maza del mortero. Al principio he pensado en un punzón de hielo pero enseguida me han venido extrañas imágenes a la mente y he desistido de este invento.
Con la maza del mortero en ristre he regresado al WC y, tras cerrar la puerta convenientemente, me he puesto manos a la obra.

PRIMER PROBLEMA: Escoger el lugar adecuado para machacar una pastilla de dos centímetros de diámetro sin que al darle con la maza del mortero A: Salga volando; B: Agrietes el fantástico lavabo de diseño que aún estás pagando...
SEGUNDO PROBLEMA: Intentar golpear la pastilla sin que el ruido de esta operación ponga en alerta a medio vecindario empezando por las personas que duermen la siesta tranquilamente en casa. Para ello debemos tener presente que en algunos WC hay eco (No me pregunteis por qué pero en el mío hay de eso)
TERCER PROBLEMA: Superado el momento decibelios, sudando a mares y con la pastilla medio en polvo medio en... ¿grumos? te das cuenta de que no hay nada a tu alcance con lo que alinear el paracetamol de forma adecuada ( vamos que no hay tarjeta de crédito a tu alcance con la que hacer la raya de paracetamol que has visto meterse entre pecho y espalda al Doctor House en una de las últimas reposiciones)
CUARTO PROBLEMA: No tienes tarjetas de crédito porque están en la cartera. Sí, esa misma que te has dejado en el carro del bebé que resulta que está plegado en el maletero del coche desde hace varios días porque total estás de vacaciones y para qué vas a sacar el trasto ese si en casa ya tienes dónde meter al niño. Piensas, piensas y piensas mientras que tus manos revuelven, revuelven y revuelven todos los cajones a su alcance con el mayor sigilo posible. Por fin en el fondo de uno de ellos encuentras un plástico que te acredita como socia de un club de escritores. La mala conciencia te asalta y cuando está a punto de convencerte te acuerdas de esas grandes obras escritas bajo la influencia de la absenta, el opio y otras sustancias. Así es que sigues adelante con tu azaña. Regresas al cuarto de baño.
QUINTO PROBLEMA: Bien la cosa va bien. Hay dos delgadas líneas blancas de paracetamol perfectamente dibujadas sobre una de las repisas del toallero (¿Ikea contaba ya con este uso para esta parte del mueble que hasta ahora yo consideraba absurda?). Llegó el gran momento... ¡¡Horror!! No tienes ni billete, ni canutillo de plástico ni nada que se le asemeje para rematar la faena. Dios mío otra excursión más por el piso no.... Abres el armario que tienes delante. Echas un rápido vistazo a lo que tienes delante y ... ¡que Disney me perdone! pero he cogido la solapa de la caja de tiritas de Dumbo.

Han pasado dos horas. Tengo fiebre, me duele la cabeza y estorudo. A ello hay que añadirle que cada vez que me sueno entro en efervescencia por no hablar de lo que sucede cada vez que me da un ataque de tos. El Paracetamol que con tanta prisa he cogido de la caja de las medicinas era para ser disuelto en agua y no para ser ingerido sin más. Así es que ya lo sabeis... andaros con ojo con los métodos del Doctor House y que no os embauque con su encantadora media sonrisa.