Escribir... Una forma de entretenerse como cualuier otra, ¿no te parece?

Las apariencias engañan

Hoy me ha llamado mi mejor amiga y, después de conversar con ella durante casi una hora, me siento auténticamente como el culo. Mi amiga Montse es una de esas mujeres independientes a las que la vida le sonríe, que tiene un tremendo éxito en su vida profesional y que encontró al hombre de su vida antes de cumplir los 30. Montse tiene muchas virtudes y también algún que otro defecto. En el saco de los defectillos se encuentra el que va un poco /bastante a su bola así es que somos los demás los que tenemos que llamarla si queremos gozar de su compañía. La verdad es que no me importaba ser siempre yo la que andara detrás de ella para quedar pero un día (si, una mañana de esas giradas que se me presentan de vez en cuando) decidí no llamarla más y a ver cuánto tiempo pasaba hasta que ella descolgara el teléfono. Y bueno.. han pasado seis meses.
Durante las primeras semanas mi mente encontró todo tipo de excusas... "Tendrá trabajo..." "... estará de viaje..."Después de la fase de las excusas llegó el momento cabreo: "Vaya amiga que tengo que no me llama", "... con la de kilómetros que yo me he hecho cuando ella estaba mal sólo para tomarme un café y hablar...", "... pues ya le pueden ir dando como se le ocurra llamarme ahora...". A continuación experimenté la fase decepción. Esta me duró más tiempo del que pensaba y me costó alguna que otra lágrima superarla. Me negaba a pasar al siguiente estado porque, era consciente de cuál iba a ser y de sus consecuencias.
Los meses han pasado y hace unas horas Montse me ha llamado. Una pena porque mi persona ya está en esa fase de total indiferencia. No sé si es un defecto o una virtud pero me pasa como a la porcelana. Cuando se me rompe algo por algún sitio, por muy bien que lo pegue, siempre se nota que se rompió por ahí. No me he parado a analizar ni mi tono de voz ni la conversación que he tenido. Recuerdo vagamente que me ha explicado una serie de desgracias que han sucedido en su vida recientemente y que me han dejado igual de fría que cualquier suceso de los que ocurren a 15.000 kilómetros de donde vivo.
Y me siento mal. No por ser así, sino por haber llegado a este punto. Ahora me pregunto si, a pesar de las excusas que me ha puesto ¿la puedo considerar mi amiga? ¿Seré capaz de salir de la fase "me importa tres cojones lo que te pasa" para volver al momento "sé cómo eres pero te acepto así"? ¿Podré dejar de ser algún día como la porcelana y convertirme en acero?

2 Responses so far.

  1. No voy a darte consejos. Cada amistad es cosa de dos, ni siquiera del carácter de cada una de las partes, sino de su interacción.

    Entiendo como te sientes. Desconcertada ante el hecho de que una persona a la que has estado tan unida de pronto te parezca una extraña. Molesta, porque te llame para contarte desgracias e incluso distante porque esas desgracias te son ajenas.



    Has dejado de sentir ese algo especial, complicidad, empatía como demonios quieran llamarlo.

  2. ¡Vaya, pues ya somos dos!Mi mejor amiga, esa amiga del alma con quien todo lo compartes,dejó de hablarme porque empecé a salir con quien hoy es mi marido.
    Nunca tenía tiempo para mí. Ocho años después de encuentros por la calle sin dirigirme la palabra -curiosamente saludaba a mi novio- vino a mi casa para invitarme a su boda. Nos sentamos en el sofá una al lado de la otra y no teníamos nada que contarnos.
    Para colmo vino a vivir al bloque de enfrente. Nos veíamos desde las ventanas (¿Te imaginas el cuadro?)
    Así años. Yo me mudé y ahora la veo poco. A veces me saluda, y otras no.
    Yo dejé de sufrir desde el instante que no me apoyó en mi relación. No pretendería casarse ella conmigo, supongo...

    No sé si te sirve de consuelo, pero es normal tu indiferencia, normal pero yo nunca me sentí culpable ni me sentiré, porque ella fué quien enfrió la relación.

    A tí te ha pasado lo mismo. ¡Al demonio, amigas de verdad no son las que te dejan tirada! No tienes que culpabilizarte...

    Ah, sigue siendo porcelana, el acero es muy frio. El dolor se pasa y la rabia, pero la porcelana es más bonita y siempre encuentra quien se le arrime.

    Besos.
    Alicia, (perdón, creo que me alargué. Yo también me he desahogado y han pasado ¡¡26 años!!)