Escribir... Una forma de entretenerse como cualuier otra, ¿no te parece?

El fin de un mito


Ha muerto el personaje más importante de mi infancia: El Señor de las Rayas Blancas. Ahora os estareis preguntando quién cojones es ese tipo que ya advierto de entrada que NO era ningún camello.
El Señor de las Rayas Blancas era ese ser admirado por mí que trabajaba cuando los demás estábamos durmiendo. Se encargaba de rellenar con pintura blanca todas las líneas de los pasos de cebra. Muchas noches solía imaginarlo vestido con su impermeable amarillo, un cubo de plástico rojo en la mano izquierda en el que transportaba la pintura y un rodillo en la mano derecha. Ese hombre salía a la calle a las doce en punto de la noche y era feliz devolviendo la blancura a todas las líneas que encontraba a su paso. Era un ser mágico que desaparecía con las primeras luces del día pero que siempre regresaba cuando era necesario volver a perfilar esas señales oscurecidas por el tráfico...
Ayer a las dos de la mañana no podía dormir. Un extraño zumbido similar al que hacen varios spays accionados al mismo tiempo llamó mi atención. Me asomé por la ventana y allí estaba... Era naranja, cuadrada, metálica. Caminaba lenta, tanto que a simple vista no caí en la cuenta de lo que estaba haciendo. Esperé (gran error) y comprobé con sorpresa cómo trazaba una línea tras otra en el enorme paso de cebra que hay justo debajo de casa. Incrédula permanecí en silencio observando el trabajo de aquella máquina endemoniada. Mis ojos se llenaron de lágrimas... El Señor de las Rayas Blancas había muerto. Lo peor de esta gran pérdida es la creciente sensación de que aquel hombre que me acompañó mientras crecía SOLO existió en mi mente...

4 Responses so far.

  1. JML says:

    Podrías iniciar un MEME sobre los amigos imaginarios que algunos tuvimos en nuestra infancia. Reales o inventados, aquellos personajes estrafalarios e imposibles nos acompañaron y consolaron en algunos momentos importantes.

    Recuerdo, por ejemplo, cierta regla cuadrada de color amarillo y quince centímetros a la que dos pinzas de madera estratégicamente situadas convertían en una ametralladora Thompson chicaguiana en San Quintín. Cuando llevaba aquella regla y las dos pinzas en el bolsillo nadie podía meterse conmigo.

    Tenía 5 o 6 años y el hombre acababa de llegar a la Luna. Durante algún tiempo me pregunté qué hombre.

  2. JML says:

    Podrías iniciar un MEME sobre los amigos imaginarios que algunos tuvimos en nuestra infancia. Reales o inventados, aquellos personajes estrafalarios e imposibles nos acompañaron y consolaron en algunos momentos importantes.

    Recuerdo, por ejemplo, cierta regla cuadrada de color amarillo y quince centímetros a la que dos pinzas de madera estratégicamente situadas convertían en una ametralladora Thompson chicaguiana en San Quintín. Cuando llevaba aquella regla y las dos pinzas en el bolsillo nadie podía meterse conmigo.

    Tenía 5 o 6 años y el hombre acababa de llegar a la Luna. Durante algún tiempo me pregunté qué hombre.

  3. Es curioso, ¿tú lo imaginabas?, pues yo lo(s) veía. Y si te sirve de consuelo, no todos los pasos de cebra blancos desaparecen. Sólo los peraltes llevarán ese color naranja chillón -eso me han dicho-, pero mientras queden algunos blancos no se te habrá muerto la ilusión.
    Y yo no dejaré de verlos pintar ¡¡Juraría que los veo de verdad!!
    Un besito,
    Alicia Rosell.

  4. mireias32 says:

    ¡¡Si si!!! ¡¡Sigamos con el sueño!!!

    Besos***